En Tarimoro, Guanajuato, se cultivan cacahuates criollos, que después de ser tostados y molidos se transforman en una delicia tradicional y sorprendente: el mazapán, un dulce típico con sabor inigualable.
Lo que hace único e inigualable a este dulce es su ingrediente principal; la delicadeza de su textura y el suculento sabor del cacahuate criollo de Tarimoro, Guanajuato.
La Sagarpa ha condecorado a este municipio con el título de “cuna del mejor cacahuate”.
La señora Elía Ruth Contreras es toda una experta en este arte, me comentó que hay dos puntos elementales para obtener el mejor mazapán de metate: uno es el horneado; los cacahuates deben tostarse enteros, con todo y cáscara. Ya fríos se pelan; se retira la cáscara leñosa y también la rojiza que envuelve el fruto seco.
Con esto ya están listos para comerse. Son tan deliciosos recién horneados que resulta imposible resistirse y no probar uno y otro, y otro…
Pero para continuar con la preparación del mazapán, el segundo punto importante es el molido; se colocan las semillas ya doradas en el metate y se deshacen poco a poco con el metlapilli o “mano del metate” hasta obtener un polvo fino.
El metate le da un sabor diferente, además, con el calor de la fricción el cacahuate desprende un aceite natural que sirve para amasarlo con un poco de azúcar y ¡listo! No es necesario agregar nada más, se aprieta con las manos para darle forma de bolita o de lo que uno quiera y ¡a disfrutarlo!
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