El polen de flores es un fino polvillo amarillo o anaranjado que se produce en las flores y que las abejas, otros insectos polinizadores, otros animales y agentes abióticos transportan.
El polen de flores es un fino polvillo amarillo o anaranjado que se produce en las flores y que las abejas, otros insectos polinizadores, otros animales y agentes abióticos transportan. El producto que se comercializa como polen actualmente es casi siempre polen de abejas, recogido por apicultores que colocan trampas recolectoras de polen en sus colmenas.
En términos de botánica, el polen no es otra cosa que el conjunto de células reproductivas masculinas de las plantas. Se forma en los estambres de las flores, donde espera a que agentes externos, como el viento, la gravedad o los insectos polinizadores, lo lleven hasta el pistilo de las flores femeninas, donde poder fecundar los óvulos y dar así por concluido el proceso de polinización que forma parte de la reproducción de las plantas.
El principal beneficio del polen de abejas es la gran concentración de micronutrientes que contiene, resultando ser un complemento alimenticio a tener en cuenta, incluso cuando se consume en pequeñas cantidades, y que además es totalmente natural. Cuenta así con un alto contenido de carbohidratos y proteínas vegetales, además de entre un 5 y un 10% de ácidos grasos esenciales, vitaminas B y C, una gran cantidad de minerales y sustancias bioactivas de probado efecto antioxidante.
Más allá de sus propiedades nutritivas, al polen de abeja se le atribuyen también algunos efectos medicinales, aunque estos no han sido demostrados mediante estudios científicos definitivos todavía. No obstante, como todo alimento tiene efectos en nuestro organismo. Hasta ahora, se considera que tiene la capacidad de ayudar a mejorar la concentración y estimular la memoria, tanto en jóvenes como en personas mayores, y se le atribuyen también efectos digestivos, antiinflamatorios y energizantes.
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