Entre otras cosas, México es uno de los países con mayores riquezas naturales en el mundo. En solo 1.5% del territorio mundial, México alberga cerca del 10% de las especies registradas (muchas de ellas endémicas) y casi todos los climas y ecosistemas terrestres existentes.
Considerado en el selecto grupo de países megadiversos (que albergan juntos 70% de la biodiversidad mundial), México también es uno de los territorios con más especies de plantas, anfibios, mamíferos y reptiles. Una maravilla que hay que cuidar.
En este contexto, en el país contamos con dos instituciones claves para proteger esta biodiversidad, que inexplicablemente hoy están en riesgo.
Por un lado, está la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), la institución encargada de promover proyectos de investigación para aumentar nuestro entendimiento de la biodiversidad en México.
A la Conabio, después de varios meses de estar en la incertidumbre, le han dado luz verde para empezar su transición a organismo público descentralizado, pero falta resolver el futuro de su presupuesto.
Y, por el otro, está la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (Conanp), que podría quedar inoperable por un recorte presupuestal de 75% de los gastos operativos propuesto en un decreto el pasado 23 de abril, algo verdaderamente inconcebible.
Si la Conabio cumple el objetivo de generar conocimiento científico sobre nuestros ecosistemas altamente biodiversos, la Conanp es la institución encargada de protegerlos. Actualmente, administra 182 áreas naturales que abarcan 90.8 millones de hectáreas (11% de la superficie terrestre y 22.05% de la marina del territorio nacional) y apoya a 354 Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación.
Entre estas áreas, entran los sitios ecológicos más importantes, como el Parque Nacional Bahía de Loreto, la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca y el Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl. Solo en la Península de Yucatán, incluyendo Quintana Roo, se encuentran 25 áreas naturales protegidas reconocidas mundialmente, como la Reserva de la Biósfera Ría Lagartos y el Parque Nacional Arrecife Alacranes en Yucatán y la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an en Quintana Roo.
Asimismo, apoya al año en promedio a más de 600 proyectos sustentables locales y protege los bosques de incendios, las fuentes principales de agua y todas nuestras maravillas naturales que disfruta el turismo nacional e internacional.
Por todo lo anterior, la Conanp es una institución indispensable para la protección activa de nuestras riquezas naturales que no debe ser mermada. De por sí su presupuesto había disminuido, pasando de 1,300 millones de pesos en 2016 a 867 millones en 2020 (apenas cerca del 3% del presupuesto de la Semarnat y algo casi insignificante para el presupuesto total). Cuando el gobierno federal ha gastado, por ejemplo, 49 millones de pesos solo en cambiar la imagen de tres instituciones parece que este tipo de recortes no tienen justificación.
Una cosa es limitar los lujos, eficientar el presupuesto y reducir la corrupción en el gobierno, pero otra muy distinta es recortar los recursos mínimos que necesita una organización publica para cumplir sus objetivos. Ese ha sido el peligroso punto ciego de la llamada “austeridad republicana”.
Ocurrencias como estos recortes pueden comprometer el futuro de esta y las próximas generaciones. Cerrar la llave de recursos a la Conanp o la Conabio puede abrir la llave de la sobreexplotación de ecosistemas, el crimen y el descuido de nuestras maravillas (en un contexto en que la pesca ilegal, por ejemplo, ya representa entre 45 y 60% de la producción nacional y la tala ilegal cerca de 70% de la madera que se comercializa).
Somos potencia en biodiversidad nacional y estatal y, por tanto, tenemos que poner al medioambiente en el centro de nuestro proyecto como sociedad. Instituciones como la Conanp y Conabio —con prestigio internacional y que ponen la ciencia al servicio del interés común— nunca deben ser mermadas, sino siempre fortalecidas, dotadas de más recursos y capacidad de operación.
En menos de 280 caracteres: Los datos de Yucatán reflejan un relajamiento de las medidas sanitarias entre la población. Recordemos que la pandemia no ha desaparecido, sigue en el momento de mayor intensidad y este, justo este, es el momento en que hay que ser más responsables para evitar rebrotes.— Mérida, Yucatán
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