Una de las plantas más utilizadas en la medicina tradicional es el árnica, muy popular para tratar dolores y heridas, además de ser muy fácil de mantener en casa.
Con flores amarillas o naranjas, esta planta también tiene usos ornamentales, ya sea para decorar la casa o el jardín.
¿Qué es el árnica?
Esta planta medicinal es también conocida como acahual o tabaco de montaña, el árnica es una planta perenne perteneciente a la familia de las asteráceas, cuya crema o gel se utiliza para aliviar dolores musculares e inflamaciones y curar heridas.
Generalmente, sus flores de color amarillo o naranja crecen a finales de la primavera y a principios del verano, cuyo valor ornamental es ideal para decorar el jardín o el interior de la casa.
¿Qué debes saber antes de plantar árnica en casa?
Antes de plantar árnica en casa, es importante hacerlo a finales de verano y preparar el suelo, con un buen drenaje, arenoso y ligeramente alcalino.
Asimismo, es importante tomar en cuenta que esta planta necesita de luz solar directa para crecer, pero también debe tener un poco de sombra.
¿Cómo se cultiva el árnica en casa y qué cuidados necesita?
Para cultivar árnica en casa, se deben seguir estos sencillos pasos:
Colocar las semillas en el suelo, previamente preparado, y cubrirlas con una fina capa de tierra.
Regar regularmente el suelo hasta la germinación de las semillas, lo cual puede tardar hasta un mes.
Tras la germinación, se deben quitar las hojas más débiles de manera cuidadosa, y regar regularmente sin encharcar el suelo.
En caso de plantar las semillas en maceta, esta se debe ubicar en un lugar donde le llegue la luz solar directa, y seguir los mismos pasos.
Una vez que la planta creció, esta se puede reproducir por medio de esquejes o divisiones durante la primavera.
¿Cuáles son los usos medicinales del árnica?
Las raíces y flores del árnica se han utilizado en la medicina tradicional para tratar diversos malestares, como aliviar el cansancio muscular, esguinces, picaduras de insectos, quemaduras y heridas menores, así como para reducir la inflamación.
Generalmente, esta se usa de forma tópica, es decir, colocándola en la piel en forma de gel o crema, aunque es importante hacerlo en dosis muy pequeñas y extremadamente diluidas para evitar tener efectos secundarios.
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