Pese a su popularidad y status como icono mexicano, la Jamaica en realidad es originaria de África tropical. Como tantas otras cosas, llegó a nuestro continente en los años posteriores a la Conquista a bordo de la Nao de China, y tocó tierra en Acapulco.
Su cultivo se ha extendido hacia Centroamérica, el sur de Asia, y otras regiones de clima cálido, pues necesita muchas horas de sol. Puede llegar a medir hasta tres metros, mientras que la flor en sí mide entre tres y cuatro centímetros. Su color rojo intenso es inconfundible, y realza cualquier emplatado.
Esta flor es un efectivo diurético, además de que está llena de antioxidantes.
Se puede utilizar en la elaboración de aguas, ensaladas frescas, postres, mermeladas, golosinas y hasta café. Es igualmente útil en tés e infusiones. Es antiparasitaria y ayuda a reducir la inflamación estomacal.
Aunque pocos lo saben, las hojas verdes de la Jamaica también son comestibles y se aplican en varios platillos de la cocina senegalesa, como su tradicional tiéboudienne, un plato de arroz y pescado en el que las hojas de Jamaica se utilizan de la misma forma que las espinacas o acelgas.
En Guerrero, entidad en la que más se produce, se cultiva a manera de tradición cultural; principalmente en los municipios de Tecoanapa, Ayutla, Juan R. Escudero y San Marcos. Es igualmente un producto de gran demanda comercial en el mercado nacional e internacional, gracias a sus diversas utilidades culinarias.
La Jamaica pertenece a la familia de los tulipanes.
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