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La nueva paradoja de la biodiversidad



Investigadores de la universidad estatal de Luisiana -LSU- informan de que dicho patrón se reproduce globalmente para otras especies. Las selvas como la amazónica, pueden ser lugares ricos en biodiversidad, sin embargo según este nuevo estudio titulado “The evolution of a tropical biodiversity hotspot”, los lugares como los desiertos y las cimas de las montañas, escasos en especies, brindan más oportunidades para una rápida diversificación.


La nueva paradoja de la biodiversidad, en la que las nuevas especies se forman a un ritmo más rápido en “puntos fríos” que en puntos calientes, se explica en la revista Science.


Así, el equipo dirigido por el profesor Roy Paul Daniels, jefe del departamento de recursos genéticos del Museo de Ciencias Naturales de la LSU, descubrió a través del estudio de decenas de especies de aves tropicales que, aunque los “puntos fríos” -lugares parcos en especies- coinciden con ecosistemas extremos con ambientes secos e inestables y relativamente vacíos, son precisamente los lugares idóneos que ofrecen a las nuevas especies un espacio para evolucionar.


Por el contrario, los puntos críticos de biodiversidad como la selva amazónica, también conocidos como “hot spots”, son el resultado de la acumulación gradual de especies a lo largo del tiempo.


“Nuestros resultados revelan un modelo en el que las especies se forman más rápido en condiciones ambientales extremas, pero se han acumulado en ambientes moderados para formar puntos calientes de biodiversidad tropical”, declara por su parte Robb Brumfield, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Estatal de Luisiana.


La paradoja de la biodiversidad al descubierto


Según informan los autores, esta paradoja se puso de manifiesto gracias a las muestras de las vastas colecciones que se mantienen en los museos de historia natural de todo el mundo. Por ejemplo el Museo de Ciencias Naturales de la LSU, contribuyó con su colección de tejidos congelados, la más antigua y más grande de su tipo en el mundo, a la caracterización de 747 de las 1.287 especies de aves que formaron parte de la investigación.


“La cantidad de muestras estudiadas, procedentes de 24 países distintos fue notable, y son el resultado de 40 años de trabajo de campo por parte de investigadores, estudiantes e instituciones que emplearon una gran cantidad de tiempo y dinero, y en ocasiones hasta arriesgaron su salud personal, en aras de recolectar las muestras de todo el mundo que hoy nos proporcionan este conocimiento”, explica el coautor Fred Sheldon, también del Departamento de Ciencias Biológicas de la LSU.


Por ejemplo, el equipo de Daniels pasó meses cargando con las esenciales y pesadas unidades de almacenamiento criogénico llenas de nitrógeno líquido para preservar muestras de tejido, tomadas tanto en los arroyos más remotos de la Amazonia como en las escarpadas cordilleras de los Andes.

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