La tortuga de techo birmana (Batagur trivittata) es una especie de agua dulce endémica de Myanmar. Su imagen característica es muy popular en el sureste asiático por sus grandes ojos saltones y sobre todo, un pico que parece esbozar una sonrisa permanente, de ahí que sean conocidas como ‘tortugas sonrientes’.
Sin embargo, en los últimos años la tortuga de techo birmana no tenía muchas razones por las cuales sonreír: se trata de una de las seis especies del género Batagur y está considerada como una de las 25 especies en mayor peligro de extinción.
La pesca, la captura indiscriminada, el comercio ilegal para ser utilizadas en la medicina tradicional y la caza de sus huevos colocaron a la tortuga de techo birmana al borde de la extinción.
Hace dos décadas, se consideró que habían desaparecido completamente de la naturaleza debido a que pasaron años sin que un solo ejemplar apareciera en los ríos de Myanmar; sin embargo, cuando estaba a punto de perderse toda esperanza, el hallazgo de un habitante de un caparazón de esta especie alertó a Steven G. Platt, herpetólogo de la Sociedad para la Conservación de Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés) sobre su existencia.
Según un reportaje de Rachel Nuwer para The New York Times, en 2001 Gerald Kuchling, biólogo de la Universidad de Australia Occidental, hizo el hallazgo que cambió el rumbo de esta especie para siempre: primero encontró dos hembras y un macho al borde de un estanque y posteriormente, en colaboración con el Departamento Forestal de Myanmar, realizó una ambiciosa expedición el Río Chindwin que le llevó a encontrar algunas hembras descansando río arriba.
Este descubrimiento confirmó que la tortuga de techo birmana apenas sobrevivía en su hábitat natural, pero estaba condenada a desaparecer si no se actuaba rápidamente.
La respuesta de Kuchling, la WCS y la Alianza para la Supervivencia de las Tortugas (TSA, por sus siglas en inglés) consistió en un esfuerzo múltiple que les llevó a desarrollar un plan para contratar a los aldeanos que viven a las orillas del Río Chindwin con el fin de que “cercaran la playa, vigilaran a las hembras y excavaran con cuidado en busca de sus huevos”.
El programa despertó la conciencia de los locales y después de una década en funcionamiento, el resultado es sorprendente:
Actualmente, científicos y conservacionistas calculan que existen poco más de mil tortugas de techo birmanas (entre ejemplares nacidos en la vida silvestre y en cautiverio), un ejemplo de que aún es posible salvar a las especies en peligro de extinción cuando se involucra a las personas que forman parte del ecosistema y se convierten en guardianes de sus recursos naturales.
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